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viernes, 18 de enero de 2008


EL SECTOR CRÍTICO DE CC.OO. CALIFICA DE IRRESPONSABLE A SOLBES Y LE INVITA A VISITAR LAS CASAS DE LAS FAMILIAS OBRERAS

El empeoramiento y la sombría perspectiva de la situación económica es evidente. El paro está aumentando a un ritmo preocupante; los precios están desbocados, hasta el punto de que la previsión de IPC del gobierno ha tenido una desviación superior al 100%, y los productos alimenticios de primera necesidad (pan, leche, fruta, verdura, pollo...) han experimentado subidas espectaculares; el acceso a la vivienda cada vez está peor, porque las hipotecas no dejan de crecer con el Euribor más alto; los salarios pierden poder adquisitivo por los reiterados pactos de moderación salarial; la precariedad laboral sigue estando por encima del 30%; el nivel de las pensiones y prestaciones sociales sigue siendo de los más bajos de Europa por el déficit en gasto social de 9 puntos respecto a la media de la EU-15.

Todo ello, cuando mantenemos un modelo productivo de baja competitividad, desequilibrado por el peso de la construcción y con poca inversión en investigación, desarrollo e innovación.Así las cosas, negar la realidad no resuelve los problemas, sino que los agrava. En este sentido, nos parece irresponsable la actitud de un ministro de Economía que viene recurriendo al chascarrillo para negar los hechos, en vez de adoptar medidas para corregir el deterioro de la situación económica. Un ministro de práctica y pensamiento neoliberal, que viene aplicando una política de rebaja de impuestos y de control del gasto para asegurar el superávit presupuestario, a pesar de las necesidad sociales existentes: no hay más que ver los informes de Cáritas sobre los millones de pobres realmente existentes en España.

La ocurrencia de que los bares y los grandes almacenes están llenos, no tiene ningún rigor para analizar la situación general y es pura demagogia. Pretende olvidar que nuestro modelo social tiene una fuerte dualización, porque coexisten sectores con alto poder adquisitivo con sectores anclados en la pobreza; olvida que se fomenta en consumismo desaforado hasta el punto de que se compra sin dinero (a crédito, plazos); y no recuerda que, hasta en las épocas históricas más duras desde el punto de vista de la explotación laboral, las tabernas estaban llenas y se las conocía como la “iglesia del obrero” en la Inglaterra de la revolución industrial. Para evitar la demagogia y las ocurrencias y para que el responsable de la economía sepa de qué habla, no estaría mal que Pedro Solbes visitase a las familias de alguno de los más de dos millones de personas que están en el paro, a la de una limpiadora del metro de Madrid, a la de un jubilado, a la de un trabajador inmigrante, o a la casa alquilada entre cinco o seis jóvenes que trabajan con contratos precarios.

En definitiva, que se interese por los muchos millones de personas que no llegan a fin de mes debido a los bajos salarios, la inexistencia o la escasez de prestaciones al desempleo, a la precariedad de su puesto de trabajo, a las altas hipotecas o a las mínimas pensiones. Quizá así dejase de mirar para otro lado y se animase a tomar medidas, aunque afecten a los intereses de poderosos sectores económicos.


Madrid, 11 de enero de 2008

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