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viernes, 22 de febrero de 2008

Antonio Romero denuncia el carácter fraudulento de la ley electoral


Carta abierta a Rodríguez Zapatero

Estimado amigo:
A través de esta carta quiero trasladarle unas breves reflexiones sobre el sistema electoral en España. La Ley Electoral es injusta y desde el punto de vista democrático fraudulenta, es en resumen una canallada que destroza el principio elemental de la democracia que es que todos los votos valen lo mismo.
Son muchos, cada vez más, los que piensan que con estas reglas de juego es inútil votar. El resultado electoral siempre viene enmarcado por una de estas opciones, a cual peor: o bien uno de los dos grandes partidos obtiene mayoría absoluta, con lo que tendrá la tentación de gobernar de forma autocrática, o por el contrario no llega a controlar la mitad más uno de la Cámara y necesitará el apoyo de otros partidos minoritarios, que sólo pueden ser los nacionalistas, que prestarán su voto a cambio de privilegios territoriales.
Señor Zapatero, debe usted reconocer que los únicos partidos minoritarios viables en nuestro sistema electoral son los nacionalistas, No hay nada de malo en los gobiernos de coalición o en los gobiernos en minoría obligados a concesiones o acuerdos con otras formaciones políticas para poder gobernar; todo lo contrario, favorecen el equilibrio y el consenso. El problema radica, como ya se ha indicado, en que los únicos partidos minoritarios que el sistema permite son los nacionalistas, y su apoyo al Gobierno no está condicionado a la adopción de determinadas medidas en consonancia con sus planteamientos ideológicos en muchas ocasiones sino a la concesión de prebendas para sus respectivas autonomías.
En el programa electoral del PP para la próxima legislatura se propone la reforma de la ley electoral, pero no parece que pongan la diana en el sitio adecuado. Claman por un sistema mayoritario, que sin duda puede convenir a esta formación política, pero desde el punto de vista del saneamiento democrático del sistema, empeoraría la situación al primar aún más a los partidos mayoritarios y potenciar mayorías absolutas que se traducen en gobiernos autocráticos. La solución hay que buscarla en dirección contraria, adoptando un sistema rigurosamente proporcional.
Ante el discurso del PP han surgido voces manteniendo tesis opuestas o mostrando con datos que la actual ley electoral no perjudica al PP ni beneficia a los partidos nacionalistas. Tomando como base los votos de los últimos comicios generales, los del 2004, y simulando un método estrictamente proporcional, los resultados indican claramente que los beneficiarios del actual sistema son los dos partidos mayoritarios —el PP y el PSOE, que habrían obtenido 16 y 15 escaños menos, respectivamente—, los partidos nacionalistas, con pequeñas variaciones, se quedarían con los escaños actuales, e IU habría pasado de 5 a 17 diputados.
Este análisis es correcto, pero podríamos decir que es estático, pues considera un año concreto, en este caso el 2004, para simular los resultados de un sistema proporcional. Cabe otro enfoque llamémosle dinámico. Imaginar cuál sería el escenario político después de aplicar en varios procesos electorales una proporcionalidad estricta. Quizás el CDS no habría desaparecido, y podría haberse consolidado. IU seria muy distinta de lo que es en la actualidad, porque en aquellos años en que llegó a conseguir 21 escaños, con un sistema proporcional se hubiesen convertido en 50 o 60, y a una fuerza con ese número de diputados difícilmente se le puede anatematizar o condenar al ostracismo.
Desde esta perspectiva, la actual ley electoral, aunque sea de forma indirecta, beneficia a los partidos nacionalistas al concederles un protagonismo que no les corresponde y que desaparecería tan pronto como dejasen de ser las únicas bisagras posibles en un Gobierno minoritario. Es más, podríamos preguntarnos si los partidos nacionalistas obtendrían hoy igual número de votos si a lo largo de todos estos años no hubiesen tenido el papel estelar que se les ha concedido.
Los mayores beneficiarios del actual sistema electoral son los dos grandes partidos mayoritarios, PSOE y PP (quizás por eso se mantiene), e indirectamente los partidos nacionalistas, únicos a los que el sistema permite actuar como bisagra. Los más perjudicados, los ciudadanos, que ven cómo se estrecha el abanico electoral y las opciones que pueden votar, y la sociedad en su conjunto que se encuentra condenada a sufrir gobiernos autocráticos o las demandas permanentes de fuerzas nacionalistas de derechas.
Señor Zapatero, quiero formularle la siguiente pregunta:
¿Si el poder emana del pueblo, como principio y pilar fundamental del sistema democrático y del Estado de derecho cómo es posible que los que menos respaldo reciben del pueblo tengan más poder en el Parlamento?
Se puede ser más o menos de izquierdas, más o menos de derechas, pero si se es demócrata honesto no se puede aceptar esta distorsión y este atentado a la igualdad de voto. Usted, me parece por su práctica política muy poco de izquierdas por no decir nada, pero desde luego si no apoya la reforma de la Ley Electoral para que el voto de todos los españoles valga lo mismo, usted no es un demócrata, es un ventajista, y utiliza la Ley Electoral en beneficio propio con cartas marcadas.

Reciba un saludo
Antonio Romero Ruiz
Diputado de IULV-CA por Málaga
Secretario Político del Comité Provincial del PCA

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