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jueves, 26 de julio de 2012

IU denuncia la "contrarreforma neofranquista de Wert" y llama a la comunidad educativa a un "proceso de movilización permanente"


El Área Federal de Educación de Izquierda Unida señala que la contrarreforma de Wert supone una "auténtica vuelta al modelo tardofranquista elitista y segregador que dará al traste con los principales avances en la educación pública que se habían conseguido durante la democracia". Para Izquierda Unida "esta contrarreforma está condenada y nos condena al fracaso escolar y social".
Izquierda Unida denuncia que la reforma educativa de Wert no sólo da pasos en sentido contrario a los criterios pedagógicos vigentes, sino que recupera las reválidas superadas del franquismo, ataca frontalmente la equidad social, segregando al alumnado desde los 12 o 13 años, y es profundamente clasista al perjudicar a los sectores sociales con mayores dificultades socioeconómicas. Estos retrocesos están pensados sobre todo para que sólo una minoría selecta  salga beneficiada.
Con esta contrarreforma el alumnado no sólo va a ser seleccionado desde edades tempranas a través de “itinerarios” segregadores, sino que muchos de ellos lo serán por razones de origen económico, equiparando pobreza y poca capacidad para el estudio.
Izquierda Unida denuncia que esta contrarreforma es una restauración de la LOCE de Aznar, cuyo criterio central era separar y segregar cuanto antes, con medidas que no conducen a reducir el abandono y el fracaso escolar, como pretenden hacernos creer, sino a eliminar progresivamente la igualdad de oportunidades mediante una formación común durante la etapa obligatoria. Se busca derivar cuanto antes a la población escolar con mayores dificultades hacia FP de grado medio, convirtiéndola de nuevo en una vía de segunda categoría, destinada a quienes no logren acceder a Bachillerato.
Se pretende ocultar ese propósito segregador arguyendo que se trata de "volver a lo básico", un eufemismo neocon para justificar itinerarios devaluados dentro del período obligatorio, con unos contenidos mínimos y elementales. Se trata así de preparar mano de obra barata, dotada con meros conocimientos instrumentales básicos para acceder a un futuro mercado laboral precario y en constante rotación. Sólo quienes logren superar todas las reválidas que se pretenden imponer podrán acceder a una formación más completa y cualificada dirigida a cubrir empleos técnicos o directivos (quienes lleguen a los másters universitarios).
Wert y la derecha quieren convertir la educación en una carrera de obstáculos, mediante la superación de pruebas y reválidas al final de cada etapa (Primaria, ESO y Bachillerato). Apuesta claramente por un modelo de enseñanza basado en la presión del examen, frente a un modelo educativo centrado en las necesidades y motivaciones del alumnado. Es lo que el PP entiende por “cultura del esfuerzo” y “carrera meritocrática”. En vez de buscar estrategias para motivar y apoyar al alumnado a lo largo de todo su proceso de aprendizaje, se concibe la educación como un camino de penitencia y sufrimiento ("la letra con sangre entra"). El problema añadido es que este sistema conduce a una enseñanza empobrecida que sólo prepara al alumnado para aprobar exámenes en todas las etapas educativas, como ya pasa en bachillerato de cara a la selectividad.
Además la contrarreforma educativa busca someter los centros educativos a las exigencias del mercado, mediante la "competitividad", estableciendo pruebas externas a nivel nacional, para ofrecer una clasificación de colegios según sus resultados. Con el fin de que los “clientes” puedan comparar y elegir aquél que más ventajas les aporte a sus hijos e hijas en el futuro mercado laboral. En este mercado competitivo las escuelas se hacen más selectivas, rechazando al alumnado que presente mayores dificultades y que pueda hacer descender posición en el ranking de centros.
En este modelo de competencia, se quiere instaurar el ‘pago por resultados’ propio del mundo empresarial, en el ámbito educativo. Se trata de aplicar refuerzos e incentivos a los centros, no ya en función de las necesidades de su alumnado, sino de acuerdo con los resultados que obtienen en esas evaluaciones.
Está claro que con esta enésima reforma, unida a los brutales recortes en la educación pública que ha propiciado el PP, tanto desde el Gobierno Central como desde las Comunidades Autónomas, se busca profundizar en el proceso de privatización, segregación y desmantelamiento de la educación pública, tratando ahora de justificar y consolidar esos recortes con esta contrarreforma.
Izquierda Unida hace un llamamiento a la comunidad educativa para aunar esfuerzos y compartir iniciativas contra las políticas educativas del PP, que suponen el ataque más grave a la educación pública desde la transición, que nos retrotrae al modelo de escuela decimonónica y que, con la excusa de la crisis, pretende convertir la educación pública en una red subsidiaria y asistencial, dirigida a los sectores mas desfavorecidos y con mayores dificultades de aprendizaje. Nos jugamos el futuro de nuestros hijos e hijas, y el de la sociedad en su conjunto.
¡Por la Rebelión Democrática!

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