Elsa S. Vejo/www.estrelladigital.es
Es el diputado más joven del Congreso en esta legislatura; y
a su vez uno de los más activos en la escena política española. Sólo tiene 27
años, pero su discurso político es uno de los que más aclamados entre los
jóvenes de izquierdas. Hoy, con más de 100.000 seguidores en Twitter, compagina
su actividad parlamentaria con la lucha en la calle e innumerables intervenciones
en los medios de comunicación, así como también en universidades u
organizaciones donde reclaman su presencia para acercar sus conocimientos en
economía a aquellos que quieran escucharle.
Este es Alberto Garzón (Logroño, 1985), economista y máster
en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense
de Madrid. La gente comenzó a ponerle cara tras participar en un debate en el
programa de TVE '59 segundos', aunque su verdadera implicación con la política
llegó de la mano del 15M. Un discurso elaborado y contundente comenzó a hacerle
ser un habitual en las asambleas del movimiento. Destacado miembro de ATTAC
(organización que promueve el control democrático de los mercados financieros),
fue elegido en octubre de 2011 cabeza de lista de Izquierda Unida por Málaga.
En sus primeras elecciones al frente de la coalición logró recuperar el escaño
de la provincia.
Prácticamente se acababa de cumplir un año de su llegada al
Parlamento cuando recibió a ESTRELLA DIGITAL en su despacho de la Carrera de San Jerónimo.
Sentado en su mesa de trabajo y con la bandera de la República a sus
espaldas, reflexiona junto a este diario sobre su primer aniversario en el
Hemiciclo, su partido y su particular visión de la política nacional e
internacional.
Viene de la calle, de
participar en movimientos sociales. Hoy, sin embargo, trabaja en un despacho
del Congreso de los Diputados. ¿Le asusta que los ciudadanos le vean cada vez
más lejos de sus orígenes?
No. Siempre está ese riesgo, de hecho le ha pasado a algunas
personas. Pero yo estoy mucho menos aquí de lo que estoy, por ejemplo, en la
calle, en asambleas de barrio, explicando a la gente, dando charlas. Es decir,
aquí realmente ocupo una parte minoritaria de mi tiempo. Por el momento, lo
único que noto es mucho reconocimiento. Estoy contento. De hecho, creo que la
prueba de fuego fue el pasado 25 de septiembre, que se rodeó el Congreso. Yo
participé en aquella acción y la gente que me paró fue para felicitarme.
Hablando del 25S...
Hubo diputados que consideraron una contradicción que ustedes participaran en
aquella manifestación.
Sí. Es un pensamiento simplista que denota no haber
entendido las cosas. ‘Rodea el Congreso’ fue un símbolo. No pretendía acabar
con el Congreso, quemarlo y que gobernara una dictadura, como intentaron hacer
ver algunos partidos. Lo que se hizo fue reivindicar una forma distinta de
hacer política y de recuperar las instituciones. De darle un sentido pleno y
noble al Congreso. Y claro que se puede ser diputado para denunciar que las
instituciones actuales están agotadas y que hay que modernizarlas. No veo que
haya ninguna incoherencia a este respecto.
Bueno, se pedía su
disolución...
Pedían un nuevo proceso constituyente, que evidentemente
implica la disolución de las Cámaras actuales. Pero nosotros también podemos
pedir elecciones adelantadas y eso también significa pedir nuestra disolución.
No pedimos que sea la figura del político la que se retire, sino que pedimos
unas nuevas instituciones donde haya nuevos diputados, con nuevos mecanismos y
nuevas herramientas.
Hay quien dice que no
se puede estar en misa y replicando...
Aunque el refrán pueda aplicarse con precisión a otros
casos, al caso de decir que queremos recuperar instituciones no es válido.
Nosotros tenemos un Congreso que ahora mismo está secuestrado. Aquí se toman
decisiones que luego se cortocircuitan desde las instituciones supranacionales.
La troika es la que decide lo que pasa con la sanidad, la educación y las
pensiones. Esto deja en un lugar secundario a los representantes políticos
legítimos, que somos nosotros. Tenemos que recuperar la democracia, y esto
requiere una reformulación democrática, un nuevo proceso reconstituyente. Claro
que quienes no estén de acuerdo con ello intentarán simplificarlo, reducirlo
para que parezca que eso sólo es fruto de unos adolescentes encaprichados o de
unas bandas fascistas que quieren acabar con la política.
Puede que haya gente
que no entienda por qué está usted aquí...
Estamos aquí simplemente porque es una herramienta. Yo lo
dije desde el principio. Si hoy gobiernan los mercados, la función y la
capacidad que tiene el Congreso es muy limitada. Pero hay que estar para poder
cambiarlo, para reforzar la lucha que se hace también fuera. Nosotros siempre
decimos que hay tres espacios de lucha: la calle, los sindicatos y el Congreso.
Son tres trincheras que responden a una misma batalla. Reconocer que este
Congreso tiene limitaciones de acción es constatar un hecho, pero no significa
renunciar a usarlo.
Parafraseando al juez
Pedraz... ¿la clase política está en decadencia?
Si por clase política nos referimos a los que han estado
gobernando y teniendo un poder político en las instituciones públicas, desde
luego que sí. Es una clase política en decadencia porque sus acciones no han
llevado al bienestar de la sociedad. Al contrario, estamos en una crisis que es
producto también de las decisiones erróneas cometidas por la clase dirigente.
Los barómetros del
CIS no dan tregua. Parece que los ciudadanos no confían en ustedes. Ahora que
usted está dentro, ¿le parece justo?
Sí, me parece absolutamente justo.
¿Independientemente
del signo? No confían en IU tampoco.
Sí, independientemente del signo. Está claro que no confían
en las estructuras tradicionales. Los partidos políticos y los sindicatos están
siendo deslegitimados porque no están sirviendo a los que deberían servir.
¿Quiere decir eso que son todos igual de culpables por el mero hecho de
presentarse a unas elecciones? No. No tiene sentido que un ciudadano que un día
decide presentarse libremente a una lista electoral, al siguiente día ya es
culpable de todos los males de la sociedad.
Como sería su caso...
Sí, como es mi caso. Yo venía de la universidad de ser el
investigador más precario y cobrando una miseria. Y pasé a ser un diputado raso
sin margen de poder. Sin poder institucional. ¿Sería justo culparme a mí de la
crisis? Pues no, porque me estarían metiendo en el mismo saco que aquellos que
sí que han gestionado el poder y han tomado unas decisiones determinadas.
Crisis significa
cambio. Estamos en crisis, luego algo está cambiando. ¿Caminamos en la buena
dirección?
Sí, estamos en un momento de ruptura. Ahora bien, la crisis
actual no sólo es económica, sino también ideológica. La concepción del mundo
que teníamos -sobre todo los más jóvenes- ha cambiado. El cuento de hadas por
el cual uno estudiaba, tenía trabajo, accedía a una vivienda, formaba su familia...es
una mentira. Ese mundo no existe. Está claro que estamos ante una crisis
estructural que afecta a todo. Y en ese sentido sí se está creando algo nuevo.
Pero para saber en qué dirección vamos, si vamos en la correcta o no, primero
cada uno tiene que fijarse unos principios. Para mí, ahora mismo estamos en una
lucha de fuerzas de dos modelos de sociedad distintos. El que había antes en
España, donde acceder a la educación, por ejemplo, era sencillo. Y el que la Troika está imponiendo
ahora con sus medidas. Un modelo de sociedad con bajos salarios, falta de
acceso a la vivienda, sin protección...Ese es el modelo hacia el que vamos. ¿Es
el correcto? Para algunos desde luego sí, para mí no. Yo defiendo otro modelo,
otros principios y otra ideología.
Por lo tanto, ¿qué
alternativa plantea usted?
Mi opción es una alternativa estructural. Propongo medidas
muy numerosas y radicales. Creo que hay que ir a la raíz del problema. Le pongo
algunos ejemplos. Primero, el acceso a la vivienda. En España hay entre 5 y 6
millones de casas vacías y tenemos una media de 500 desahucios al día. Algo
irracional. Hay que romper con las instituciones (entendidas como las normas,
leyes, valores...) y cambiarlas por otras nuevas que autoricen que esas
viviendas se puedan utilizar. Nuestra propuesta pasa por crear un programa de
viviendas públicas. Hay que suprimir el criterio de rentabilidad por el
criterio social. Es imprescindible entender la vivienda como un derecho y no
como un bien con el que se pueda especular. Y lo mismo podemos decir de la
educación, de la sanidad y de los servicios sociales. Que en mi opinión tienen
que ser cien por cien públicos para garantizar que las operaciones tienen más
que ver con la necesidad social que con el ánimo de ser rentable.
El camino es largo y
complicado... ¿Cree que IU está en condiciones de liderar este cambio? De ser
una referencia hegemónica de izquierdas en España.
Es evidente que hay que cambiar muchas cosas para que IU se
convierta en el instrumento que está exigiendo la gente. Si la gente considera
que IU no es un instrumento válido, habremos fracasado. Es más, si la gente
considera que es mejor irse a una plataforma de afectados por la hipoteca para
luchar, porque realmente es más efectivo, entonces significa que hemos fracasado.
¿IU podría ser para
España lo que Syriza fue para Grecia?
Sí, podría serlo. ¿Lo es actualmente? Yo personalmente creo
que aún hay muchas cosas que cambiar y mejorar para que lo sea. Hay que pensar
que Grecia está en un estado distinto al nuestro. Y por lo tanto, Syriza juega
un papel diferente. Pero sí que es cierto que vamos en la misma línea. Creo que
el modelo de Syriza es el adecuado para un contexto que es parecido al nuestro,
aunque no es idéntico. Los cimientos están puestos y la situación existe. Ahora
bien, hay que modificar la estructura interna, hay que renovar la organización.
Hay quien piensa que
Cayo Lara no está aprovechando la ausencia del PSOE en el escenario político
actual. ¿Sería el momento también de plantear un cambio en IU? Hablo de la
dirección.
Es evidente que hay muchas cosas que cambiar. Pero yo me
preocupo más de la ideología, no tanto de las personas. Sin embargo, si
atendemos a los hechos, lo cierto es que cuando Cayo Lara accede a la
coordinación general de IU, veníamos con Gaspar Llamazares de un 3,8% de los
votos. Según las encuestas ahora contamos con un 12-13%.
Sí, ¿pero no cree que
en esos datos el fracaso del PSOE ha tenido algo que ver?
Evidentemente, el PSOE ha estado cayendo. Pero según las
encuestas nosotros crecemos mucho más de lo que caen los socialistas. Ha podido
haber una afluencia de votos del PSOE a IU, pero también existe una afluencia
de gente que antes no votaba al PSOE y ahora sí vota a IU. Ahora bien, no nos
equivoquemos: La economía se cae de un día para otro, pero la gente tarda
varios años en cambiar su mentalidad. La situación actual de España es que
todavía existen redes institucionales y redes sociales (familiares
fundamentalmente) que impiden que la gente que está en situación objetiva de insurrección
generalizada salga a la calle. De momento parece que solo es una cuestión
cuantitativa, crecen los desempleados y de hambrientos, pero no pasa nada.
Habrá un momento en el que se de el salto cualitativo, que hará cambiar a la
gente. Cuando esto ocurrió en Grecia, Syriza pasó de un 5% a un 25% de los
votos en varios meses.
¿Usted estaría
dispuesto a liderar un cambio generacional en IU?
La respuesta es muy clara. Sí. Pero porque cualquier joven
que se ha metido en esta formación quiere hacer eso. El rol que cada asume
después depende de las circunstancias históricas. Si decides contribuir en un
procedimiento de transformación, y resulta que por las circunstancias
históricas te toca ser líder, estupendo. Si resulta que la labor a hacer es
otra distinta, pero va a contribuir de la misma forma, magnífico. Sobre todo
porque yo creo en una cosa importante que el 15M nos ha enseñado: no es tiempo
de liderazgos individuales, sino colectivos.
¿Qué lectura hace del
resultado de AGE en Galicia y de La
CUP en Cataluña? De discursos que están más a la izquierda de
los mantenidos por partidos que tradicionalmente sois de izquierdas...
Yo los discursos ideológicos que hablan de economía y de
política que mantienen Beiras y La
CUP los comparto cien por cien. Si tengo alguna diferencia
con ellos es en su enfoque nacional. Porque para mí el enfoque fundamentalmente
que hay que mantener es de clase, no nacional.
Pero les pueden
quitar votos...
A mí no me importa que se vayan votos. Es decir, yo siento
igual de míos los votos de La CUP
que los de nuestra coalición. Porque no pienso electoralmente de forma
exclusiva. Yo lo que quiero es que haya diputados de izquierdas en los
parlamentos y que mantengan una crítica al sistema capitalista. Y si esos son
de La CUP o de
Beiras me parece estupendamente bien. Para mí es una cuestión de ideología, no
de siglas. Si la revolución la hace La
CUP y no IU me da igual, porque yo lo que quiero es la
revolución.
¿La recuperación de
la socialdemocracia que encarna el PSOE y el auge de discursos más radicales
como el de Beiras y La CUP
podrían dejar a IU fuera de la escena política?
Ese escenario es bastante improbable por varias razones.
Primero porque IU se va a radicalizar en poco tiempo. Creo que Izquierda Unida
tiene un discurso muy moderado actualmente, a nivel formal; y que debería de
ser más parecido al de La CUP
y al de Beiras. Y en segundo lugar, la socialdemocracia no se va a recuperar
porque hoy no tiene espacio económico. La socialdemocracia caracterizada por
compartir la ganancia entre salario y beneficio, entre empresario y trabajador,
se ha quedado sin espacio. Hoy nuestro país, después de vivir una burbuja
inmobiliaria, tiene que competir contra países como China y Alemania. Como
contra Alemania no podemos competir porque venden otro tipo de producción de
alto valor añadido, no nos queda más remedio que hacerlo contra China. Eso es
lo que dice la troika y por eso nos han bajado los salarios. El sistema nos obliga
a competir y sólo podemos ganar la batalla si nos bajan los sueldos. Eso es lo
que la troika dice, y es cierto. Es decir, un espacio de la socialdemocracia ha
desaparecido. Y no es nuevo. Hace años que el PSOE dejó de ser socialdemócrata.
Es decir, ¿el partido
que realmente no tiene hueco ya en el escenario de izquierdas es el PSOE?
Efectivamente, el PSOE no tiene espacio. Fíjese lo que le
está pasando en estos momentos al PASOK en Grecia. Sus discursos no son
coherentes. Si quisieran tener un discurso socialdemócrata, tendrían que haber
renunciado a la Unión
Europea ya. Porque la
UE te ha generado un marco institucional que te obliga a
competir contra China, que te legaliza los paraísos fiscales, que no lucha
contra el fraude fiscal...En este marco, la socialdemocracia no existe.
Parece que este es un
problema que tienen los partidos de izquierdas que acceden al poder. Si IU
gobernara España, ¿qué haría para cambiar esta tendencia?
Habría que romper con todos aquellos poderes ajenos al
político.
¿Cómo?
Aquí en España, por ejemplo, recuperando un Banco Central.
Aquí el Banco de España era el que emitía la moneda. Ahora eso está regalado a
unos intereses que no controlamos. Habrá que recuperarlo. ¿Eso significa salir
del euro? No necesariamente, poro podría significar eso. Hay que romper con la
troika. Ojalá la troika se diera cuenta de que la que tiene que cambiar es
ella, pero no parece probable. Por ello hay que romper. Es la única manera de poner
en práctica un modelo social distinto.
¿Como hizo América
Latina con el Consenso de Washington?
Totalmente. Es la misma idea. Es un contexto distinto, una
estructura productiva distinta, un entorno culturalmente distinto. Pero eso es
lo que hay que hacer. Debemos romper con la troika.
No hay comentarios:
Publicar un comentario