Llegamos a Kuza´a al Sur de la franja de Gaza para realizar
la acción de ayuda a los campesinos y campesinas sobre las 7 de la mañana. Al
poco rato de estar allí la
Fuerza Israelí de Ocupación nos recibe con una ráfaga de
disparos y en torno a las ocho de la mañana nos informan de que la Cruz Roja avisa que los
israelíes comenzarán a disparar en media hora si no nos vamos de allí. Tras
unos momentos de mucha tensión y comunicarnos los campesinos y campesinas que
no piensan moverse de allí, tenemos claro que nosotros tampoco vamos a hacerlo.
El cónsul de Jerusalén se pone en contacto con nuestra brigada para
preguntarnos qué es lo que ha pasado, cuánto tiempo estaremos aquí, y conocer
las reuniones que hemos tenido y tendremos en los próximos días.
Tras volver a la relativa calma dentro de la situación, nos
comentan que hacía doce años que esta tierra no la podían cultivar por las
agresiones del sionismo, y que en diciembre pasado volvieron a sembrarla
gracias a la protección de activistas internacionales entre los que se
encontraba el compañero Manu Pineda. En esos días murió un campesino y fueron
heridos algunos más, pero consiguieron su propósito.
Se sienten realmente agradecidos/as porque es la primera
cosecha que recogen desde entonces y nosotros/as hemos contribuido a ello.
A las doce y media llegamos en autobús a Rafah para ver los
túneles que comunican con Egipto. Hay bastante control policial y nos avisan
que no es posible llevar cámaras. Nos bajamos un momento pero la mayoría de la
visita ha sido dentro del propio autobús. Podemos ver las mangueras para
trasvasar petróleo, un trozo de muro que los israelíes construyeron durante la
segunda Intifada para prevenir ataques que provinieran de Egipto. También hemos
pasado por el sitio donde Rachel Corrier fue asesinada por un Bulldozer hace
diez años.
Tras esta mañana intensa en sensaciones y emociones,
volvemos a Kuzaa donde los/as campesino/as con los que hemos estado nos
agasajan con un manjar típico de la zona, un Kabsaa y unos dulces, de los que
hemos disfrutado todos/as en agradable compañía.
Sobre las cinco llegamos al campo de refugiados/as de Deir
al Balah, que traducido resulta algo así como el Monasterio de las Palmeras. En
un entorno de cemento por todas partes y callejones estrechos, nos cuentan que
fue reconstruido en 1971. Allí viven unas seis mil personas, y es el campo de
refugiados más pequeño de los ocho que tiene Gaza. Acompañados/as por una riada
de niños y niñas que nos llenan de alegría con sus sonrisas, vamos recorriendo
el espacio caminando lentamente y parándonos en cada rincón para saludarlos/as.
Es para nosotros/as muy importante destacar el hecho de que
este campo se ha construido gracias a las cesiones de los terrenos de
propietarios de la zona. En la operación Plomo Fundido murieron doce personas
asesinadas por naves de guerra israelíes que les atacaron desde la costa debido
a la cercanía del sitio a la misma.
Sobre las siete nos hemos dirigido a la casa de una familia
especialmente castigada por la última guerra. Una niña de 9 meses fue asesinada
mientras dormía por un misil de los tres cayeron en los alrededores de su casa,
y que impactó directamente sobre el techo de su vivienda. En el patio
comprobamos la impresionante huella de esta brutal agresión que es un ejemplo
de la opresión de este pueblo a manos de la entidad sionista.
Arancha García García
Brigadista de Gaza 2013 con la Asociación Unadikum
e Izquierda Unida
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