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lunes, 22 de abril de 2013

El PCE conmemoró en Madrid el 50 aniversario del asesinato de Julián Grimau. Verdad, Justicia y Reparación


Grimau fue detenido, torturado, sometido a una farsa judicial y finalmente asesinado a manos del franquismo.
Mundo Obrero/ Seila Sánchez
El 20 de abril se conmemoró el asesinato de Julián Grimau con varios actos de homenaje en la ciudad de Madrid. Comenzando en el cementerio civil con una ofrenda floral, le siguió un acto homenaje en el Ateneo Republicano y concluyó por la tarde en Sol, poniendo una placa en la calle donde está situado el edificio desde donde se arrojó a Grimau por la ventana para emular un intento de suicidio que tratase de esconder las grandes secuelas producidas por la paliza que sufrió durante su interrogatorio.
Se cumplen 50 años desde que Julián fuera detenido, torturado, sometido a una farsa judicial y finalmente asesinado a manos del franquismo. Durante el régimen de Franco, luchar contra éste y por la democracia era penado con cárcel e incluso muerte, como fue el caso del camarada Grimau.
En el acto público de homenaje por el 50 aniversario de Julián Grimau, Gloria Aguilar, secretaria de Memoria Histórica del PCE, recordó cómo Julián volvió del exilio para luchar contra el franquismo siendo plenamente consciente de lo que le sucedería si era detenido. Esto ocurrió el 7 de noviembre de 1962 mientras viajaba en un autobús ocupado por dos personas más que resultaron ser agentes de la Brigada Político-Social franquista. Grimau fue la última persona apresada y condenada por su actividad en la República, y un aviso a todos aquellos comunistas que luchaban por la democracia. Gloria contó cómo más de 800 telegramas llegaron a Madrid desde la comunidad internacional solicitando la paralización de la pena de Julián.
Víctor Díaz-Cardiel leyó una carta escrita por Marcos Ana, que por motivos de salud no pudo asistir al acto. Díaz-Cardiel recuerda cómo él, Julián Grimau, Valentín Andrés Álvarez y Alberto Yébenes Simón, tuvieron una reunión en casa de este último la mañana en que detuvieron a Grimau, siendo las últimas personas en verlo antes de su detención. “Nos despedimos; ya no volvimos a vernos. Y las cosas han transcurrido así”. Terminó su intervención animando “a seguir luchando por la verdad y la justicia”.
Daniel Morcillo, secretario general del PCM, quiso hacer un reconocimiento de la lucha del PCE por la libertad y la democracia recordando a los camaradas que han dado su vida en la batalla. También afirmó que actualmente “las fuerzas de represión coartan la libertad de expresión cercando con vallas las puertas del Congreso” y que “con la dictadura de los mercados perdemos soberanía”. Aseguró que “el mejor homenaje que podemos hacer a Julián Grimau es pelear y seguir luchando por la restitución y la democracia”. Recordó que si bien no hay una calle institucional para Grimau, sí la habrá para su mano ejecutora: Manuel Fraga. Morcillo insistió en seguir peleando por la unidad de la clase trabajadora, concluyendo su intervención con un “Verdad, justicia y reparación”.
María Luisa Suárez, primera mujer abogada laboralista de España, quiso enviar un abrazo a todos los asistentes al acto -ella tampoco pudo asistir por motivos de salud, pero grabó un vídeo- y en especial a aquellos que vivieron junto a ella esos días previos y posteriores a la detención y ejecución de Julián. Dice de Grimau que “era un dirigente excepcional del PCE que vino a España a sabiendas de que la situación le era totalmente hostil”. Sobre el consejo de guerra a Julián, recuerda que “él contestó todas aquellas preguntas mentirosas que le hacían”. Del capitán (y defensor de Julián) Alejandro Rebollo afirma que “era buena persona: muy joven, ingenua, espontánea, que pensaba que la gente era buena. Y aquello (la intervención de la defensa) fue una intervención bellísima y salió muy contento, pero en la sala hubo un ambiente muy tenso. Cuando salimos del juicio nos quisimos acercar a saludar a Julián, pero no nos dejaron. Nos tuvimos que resignar”. María Luisa se acercó para hablar con el abogado y le dijo “Alejandro, tengo que felicitarte por la intervención, pero tengo que decirte que tenemos una impresión muy mala”.
Juanjo del Águila dijo refiriéndose al procesamiento y ejecución de Grimau que “lo que hubo aquí fue un crimen de Estado” y advirtió de que se enteró de la existencia de este acto gracias al último número de Mundo Obrero. Cuando así lo supo, quiso participar interviniendo en el acto debido a sus conocimientos del caso de Grimau.
Se leyó el “Poema por Julián Grimau” de Carlos Álvarez, la cantautora Elisa Serna cantó “Canción para Grimau”, de Sánchez Ferlosio y, para no dejarnos con un sabor amargo, tal como ella indicó, cantó “A galopar”, de Paco Ibáñez.
La última intervención corrió a cargo del secretario general del PCE, José Luis Centella, que comenzó afirmando que “ellos saben que pueden ser poderosos en su poder represivo, pero son débiles frente a un partido que lucha por sus ideales”. Recordó que el PCE “es un partido que tiene una historia, y es la historia de la clase obrera de este país” y que “seguimos insistiendo para que el Valle de los Caídos deje de serlo y se convierta en un monumento de la lucha por la democracia, empezando por que Franco salga de ahí”. Recordó las palabras de Marcos Ana acerca de no querer venganza y no haberla querido nunca, pero que “sí queremos justicia y exigimos que se declaren inhábiles todos los juicios que se hicieron fruto del franquismo. No puede haber justicia democrática si no hay justicia histórica”.
Centella tuvo también tiempo de hacer crítica hacia el actual gobierno asegurando que “tenemos que denunciar declaraciones como la de Cospedal de hace poco (por el tema de los escraches), tachando a las víctimas de verdugos. Los verdugos son los nazis de los 30, los franquistas de los 50, 60 y 70,... y hoy los que provocan sufrimiento a la gente echándola de sus casas”. Advierte de que “estamos en un momento donde la OTAN es el arma número 1 de muerte que utiliza el terrorismo” y pide que se siga reivindicando la III República en un momento “en que quieren que pactemos la II Transición. Y el Partido les dice que no vamos a pactar con verdugos”.
José Luis concluyó su intervención incidiendo en “sabernos herederos de gente que luchó y dio su vida por nuestros valores para poder seguir ondeando la bandera roja. El PCE vive, el PCE lucha y estoy convencido de que algún día ganaremos”.
Para cerrar el acto, Juan Pinilla, que tal y como él se define es comunista antes que cantaor, cantó “En el pozo María Luisa” y la canción de Luis Marín “Soy viento de libertad”. Por último, se hizo entrega de carnés del Partido a militantes ilustres y a otros con peso y actividad en los movimientos sociales.
Por la tarde ya, un nutrido grupo de camaradas fue a las espaldas de la hoy Casa de Correos (Dirección General de Seguridad durante el régimen franquista) y se depositó un centro de flores que conformaba la bandera republicana. José Luis Centella fue el encargado de colocar una placa que dice “Calle Julián Grimau” bajo la ventana desde donde defenestraron a Julián. Una vez cantada la Internacional, un poco de Grimau se fue con cada uno de los asistentes.

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