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domingo, 14 de julio de 2013

Las Ataduras de Franco

Antonio Tellado
Secretario de Cultura del PCA de Málaga
Cuando en la famosa Transición se recordaban las célebres palabras del Dictador de que todo estaba atado y bien atado, los que queríamos una España con democracia plena, pensábamos en lo engañado que estaba Franco cuando lo dijo, porque creíamos –o queríamos creer- que se estaba construyendo un sistema político verdaderamente democrático. En nuestros días, casi a los treinta y cinco años de la Constitución, nos hemos topado con la triste realidad de que una parte muy importante de la población se encuentra en niveles de pobreza similar a los que se padecían en los años cuarenta o cincuenta del pasado siglo, en los años en que el franquismo decía aquello de que España es diferente y otras lindezas por el estilo; el retroceso en cuestiones como los derechos ciudadanos, las libertades, la igualdad de oportunidades, etcétera, no es menos preocupante, lo que inevitablemente tiene que hacernos pensar que no era el dictador el que estaba equivocado, sino la gran masa de demócratas que nos tragamos aquella supuesta democracia sin ser conscientes de lo que estábamos engullendo.
Claro que todo estaba bien atado. Continuaron ejerciendo los jueces del Tribunal de Orden Público que habían condenado injusta e ilegítimamente a decenas de miles de personas que luchaban por la democracia así como los policías que los habían torturado salvajemente. En ambos casos no sólo siguieron en sus puestos, sino que fueron ascendidos y condecorados. Los viejos políticos escondieron su camisa azul con el cangrejo rojo bajo una nueva camisa blanca, afirmando – algo novedoso para ellos- que eran demócratas de siempre. Todo fue como un gigantesco y espectacular juego de magia. Nada por aquí, nada por allá. Alejop. Todo había cambiado.
Pero no, todo no había cambiado, como en el famoso Gatopardo sólo habían cambiado las apariencias para que todo siguiera igual que siempre. Ahora, en nuestros días, cuando los que de verdad detentan el poder nos aprietan las clavijas a la gran masa de la población exprimiéndonos para seguir obteniendo pingües beneficios y los corruptos y evasores nos sangran, nos damos cuenta de que seguimos manejados por las mismas familias que con sus caciques oprimieron a los sufridos españoles, las que se sublevaron contra la República, las que asesinaron a cientos de miles de españoles o los mantuvo entre rejas. De esas castas y de los que se les incorporan, padecemos explotación, represión y enormes sufrimientos. De todo ello hay unos responsables, en primer lugar los que nos dejamos engañar tan fácilmente cegandonos por lo inmediato y confiando en la buena fe de los que a lo largo de la historia nunca la tuvieron, y también, por qué no decirlo, líderes a los que en su día dimos nuestra confianza. Hay que referirse, naturalmente, a Felipe González y Santiago Carrillo que consiguieron que se aceptara la Monarquía arrinconando el recuerdo de la República por la que tantos habían dado su vida y sobre todo dejando en el olvido a las víctimas de la represión fascista.
¿Habremos aprendido la lección? ¿Seremos capaces de cortar el nudo gordiano de los poderes heredados del franquismo o nos dejaremos engañar por nuevos felipes gonzález y santiagos carrillo ¿Juzgaremos ahora a los nuevos líderes con un mínimo de exigencia crítica para evitar una nueva transición tramposa o volveremos a ser tan ingenuos como en nuestra más reciente historia? El tiempo lo dirá, pero no olvidemos que nuestras desgracias no son el fruto de una maldición divina, sino de los errores y deficiencias que como pueblo arrastramos los españoles.

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